¡¡Los fans de Prince estamos de enhorabuena!!
Después de dos o tres lustros escuchando discos a medio cocinar, muchos de los cuales son una mera recopilación de veleidades con un par de temas brillantes (o alguno más cuando el álbum es triple o cuádruple), en los que Prince ha mantenido su mito ejerciendo de bucanero del directo y de eterno especulador -ahora sí, en su liga independiente-, el gran hombrecillo púrpura nos regala un disco en solitario a la altura de su mito (esto es, de sus gloriosos ochentas).
No es otro que Art Official Age, que ha tardado cuatro años en publicarse, conjuntamente con Plectrum Electrum, un segundo LP grabado con su femenina banda rockera 3rdEyeGirl, el 29 de septiembre de 2014 en Europa.
¿Qué decir de él?
A primera vista, que vuelve a enseñarnos que sabe reinventarse, ser él mismo, tender un puente entre pasado y ¿futuro? musical, hacer fusión de verdad con voltereta, aunar lo experimental y lo comercial como sólo él ha sabido hacer...
"¿Y esto, está en el disco?" Sí, de manera implícita, pero hay que ser medianamente entrenado en las artes Jedi para verlo con claridad.
Personalmente, clasificaría los temas del disco en 4 categorías:
A: Los nuevos temas que fusionan sonidos actuales.
Como lo pueden llegar a ser Art Official Cage (un collage sonoro en el que se suceden diferentes estilos, en un tema experimental que suena brillante y bailongo), Clouds (un tema de ricas y elegidas sonoridades, matices y cadencias que suena a pop sutilmente excéntrico del presente siglo, alquimia de estudio), U know (¿cómo es posible hermanar el downtempo con el pop y las ínfulas reaggetoninanas?) o FunkNRoll (¡vivan el Funk y la fusión de la buena! ¿este estilo no existía ya antes?).
B: Temas modernos que evocan antiguos temazos marca de la casa.
Como lo pueden ser Breakdown (una de sus clásicas baladas, tan semejante como diferente de todas las que había compuesto y grabado anteriormente), The Gold Standard (que personalmente me suenan a una revisión del sonido funk pop de alguno de sus primeros discos o de los que compartió con The Time, con fraseados y distorsiones venidos directamente de las profundidades de The Black Album, eso sí, más luminoso y bailable), o This Could Be Us (que se me antoja familar cercano a temas como Crucial, Five Women o Adore).
C: Temas menos elaborados, algo más flojos, que diluyen el titanismo de la propuesta, dejando el camino abierto a nuevos discos más redondos.
Como lo pueden ser Breakfast Can Wait (con un sonido más jazzy y R&B, con un speech de voz agudamente distorsionada que para mi gusto se excede en duración), What It Feels Like (un tema que creo recordar que es un tema R&B de ritmo marcado en el que se alternan la voz de Prince con otra de color femenina, ni chicha ni limonada), Way Back Home (tema un poco regulero con un pequeño estribillo a modo New Age que lleva implícita una declaración de intenciones...el genio de Minneapolis espera su vuelta a casa -añora el éxito-) o Time (el tema que menos recuerdo y que menos encasillado tengo de todos, posiblemente me recuerde a la base rítmica de canciones como A.U.T.O.M.A.T.I.C. con unas melodías vocales algo taciturnas y dulcemente agotadas).
D: Las dos pistas restantes, voz o mezcla de voz con música (sin llegar a ser propiamente canciones).
Que no tienen otra función que la de dotar al contexto del disco de cierto hilo argumental (como ya hizo en muchos de sus discos anteriores, esta vez sin abusar).
...
Esta es mi particular visión de freaky púrpura de disco.
Ahora, ¿abre este LP el camino a futuros nuevos logros del artista?
Eso es lo que parece prometer. La vuelta a Warner, la cuna de sus mejores discos, con el resultado y la calidad del disco conceptual comentado, nos pueden hacer adivinar cierto cambio de aires: ya se ha cansado de editar cantidad, de la que ya nos ha quedado claro su cualidad de músico prolífico, ahora puede centrar su ambición en discos que se afirmen en su calidad, como aquellos que añoramos de los 80.
Si bien Prince es un artista en los terrenos musical y escenográfico, también lo es en la especulación -el negocio- . Lleva décadas prometiendo un giro inminente, que porta la misma energía que le convertía en una futura promesa que haría grandes cosas (cuando realmente era en aquellos momentos cuando rozaría el cielo). Todos sus fans lo sentimos, con cierto grado de complicidad y entrega, en nuestras carnes: somos el primer blanco de sus especulaciones y devaneos comerciales. Como en una carrera planificada a largo plazo, como el lobo que muestra su patita enharinada por debajo de la puerta de la casa de las cabritillas, el genio púrpura parece anunciar que ese giro llega en lo sucesivo.
Lo que quizás no haya podido planificar o pueda controlar (¿o sí?) es el caprichoso suceso del fenómeno.
Sea como sea, quienes nos identificamos con su música, disfrutaremos a cuentagotas del proceso y tendremos un motivo más para sentir esa magia que es la ilusión...